Arriésgate a enamorarte de la vida: Somos Naturaleza.

Los investigadores descubrieron que los adultos que estaban “divorciados, viudos o que nunca estuvieron casados” tenían un 42% más de probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares y un 16% más de desarrollar enfermedades coronarias, en comparación a los individuos casados. Este nuevo informe utilizó datos de 34 estudios de ciencias e involucró a más de dos millones de personas.

Hay más factores que también predicen las enfermedades cardíacas y algunos de ellos se relacionan con la cantidad de amigos que tienes en la actualidad, entre otros factores sociales. Algunas de las observaciones más interesantes provienen de una ciudad llamada Roseto (población: 1.600 personas), una ciudad en el este de Pensilvania, colonizada por inmigrantes del sur de Italia en la década de 1880. Durante décadas, la gente de Roseto pudo proteger sus tradiciones y estilos de vida del viejo país. En la década de 1950, la ciudad comenzó a ganar notoriedad cuando se informó que las muertes por enfermedades del corazón fueron, dramáticamente, más bajas que las ciudades vecinas, que eran más, típicamente, “estadounidenses”. Para saber más, pincha aquí.

Las personas tienden a tener un deseo “inherente” de “pertenecer” y “ser”. El término “pertenecer” tiene varios significados, los dos principales son “posesión” y “aceptación como parte natural”. La posesión implica propiedad y control. La aceptación como parte natural, tiende más hacia lo romántico.

Posesión
Introducir la posesión en la historia humana tuvo un gran efecto en nuestra relación con la naturaleza. Durante casi la mitad de la historia de la humanidad, nuestros antepasados se movieron como cazadores-recolectores, dejando solo rastros de sus vidas. La familia de cazadores-recolectores podía mantener a uno o dos niños en el mejor de los casos, pero los agricultores con tierras privadas podían mantener varios niños a la vez. Los cazadores-recolectores también siguieron un sistema tribal, pero la escasez y la incertidumbre de la vida significaban que una tribu solo podía mantener a dos o tres familias extensas. A cambio del sacrificio de la familiaridad, las personas que vivían en estas pequeñas sociedades obtuvieron la seguridad de los números frente a los riesgos naturales y humanos. La propiedad hoy en día es la base de todos los negocios, el comercio, la inversión y, en muchos casos, para las relaciones personales y nuestra forma de ver la naturaleza. Este sentimiento de “posesión” y propiedad en nuestra relación con la naturaleza está teniendo un tremendo efecto catastrófico.

No somos dueños de la vida, entonces ¿podemos realmente ser “dueños”?

No puedes ser dueño de un alma ya que es gratis, entonces, ¿qué significa esto en nuestras relaciones con los demás?

¿Dónde podemos encontrar ese punto de equilibrio donde podamos pertenecer a algo sin necesidad de poseerlo?

¿Dónde podemos tener la mejor experiencia de la vida, tener un sentimiento de pertenencia completa a la naturaleza (y a los demás)?

La seguridad
En nuestra evolución, nos movimos hacia un lugar de convivencia en grandes ciudades tratando de encontrar seguridad y pertenencia dentro de nuestras propiedades. Nací en un pequeño pueblo de Holanda donde la gente se conoce fácilmente. Desde los 6 años podía caminar y andar en bicicleta solo hacia la escuela. Explorando y desafiando las reglas existentes junto a mis amigos, deambulando por la ciudad y el entorno natural. Eso ha cambiado ahora. Literalmente, todos vivimos más cerca el uno del otro, pero ¿experimentamos seguridad y conexión?

¿Cuánta conexión y pertenencia creamos realmente?

¿Cuánto te sientes conectado con la comunidad de personas que te rodean?

¿Qué tan seguro te sientes?

Acepta el desafío de enamorarte de la vida
El riesgo es inherente a la vida. En nuestro trabajo en la naturaleza como guías, siempre buscamos una experiencia máxima, encontrar un equilibrio entre el riesgo y el desafío para brindar a las personas la máxima experiencia de aprendizaje y sentirse presentes en la vida. No podemos poseer esta experiencia, ya que eliminaría todo el valor intrínseco del desafío. El “producto” de una experiencia tan alta son las emociones que alimentan el corazón, los sentimientos de pertenencia al momento, los sentimientos de crecimiento y conexión con la vida y, si se comparten con otros, le dan sentido y se multiplican, infinitamente, a través de nuestra interconexión.

Para crear una experiencia tan alta, necesitamos abandonar nuestra zona de confort, lo que conocemos. Y, para dar la bienvenida a lo nuevo, debemos dejar atrás lo viejo.

Para enamorarnos realmente de la vida, debemos arriesgarnos, aceptar el desafío y tener una relación natural con la vida como un juego lúdico de toma de decisiones consciente … ¿qué más podría ser si no?

Nuestro corazón siempre se conecta, pero el lugar donde ponemos nuestra atención en este proceso de emisión y recepción depende de nuestras creencias.

Y ahora…. imagina enamorarte de la vida misma, sabiendo y experimentando que nos pertenecemos el uno al otro, a la naturaleza y al ahora…

Imagina nuestra relación con la naturaleza (nosotros mismos) ahora…

Imagina el poder que enciendes en tu corazón…

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